REFLEXIÓN DEL PADRE MARCELO BLANCHE A 13 AÑOS DE SU ORDENACIÓN
El sacerdote oriundo de San Javier Marcelo Blanche celebra en esta jornada 13 años de su ordenación. «Elevo mi acción de gracias a Dios por que en este ministerio, junto a ustedes fui creciendo y aprendiendo a seguir a Jesús. Es por eso que comparto con ustedes esta reflexión, agradeciendo la amistad que me brindan».Un abrazo.P. Marcelo.
Sin necesidad de grandes discursos y frases perfectamente elaboradas, la sabiduría que brota del silencio enriquece esa historia que, lastimada por tantos hechos dolorosos y heridas difíciles de cicatrizar, sostiene el “hoy” que muchas veces tambalea porque, sin apelar a la memoria, comete los mismos errores del pasado; pero cual suave brisa, ayuda a otear ese horizonte lejano en la distancia, pero cercano, cuando sin acallar el silencio, un corazón late al ritmo de los acontecimientos, oxigenando las situaciones que impiden respirar el aire puro de la entrega, la caridad y el misterio.
Arraigada en “la Palabra que se hizo carne y habita en medio nuestro”, la vocación sacerdotal se va plenificando cuando es fiel a esa Palabra que, al identificarse con el silencio de muchas personas, invita a ser escuchada y servida, para que podamos desenvolver algo de ese misterio que solo se puede percibir cuando la comunión con el otro se fundamenta en el compartir y la entrega desinteresada.
Desde la sabiduría silenciosa de muchas personas, quiero elevar mi acción de gracias a Dios por el llamado a esta vocación sacerdotal, que día a día me sorprende y entusiasma, cuando ese “Camino” con el cual Jesús se identifica, se une al camino de tantas personas con las cuales me voy encontrando y me invitan a recorrerlo, aprendiendo en ellos que la “Vida” es dada en abundancia al ser un don de Dios, tendiendo a esa “Verdad” que libera de tantas ataduras que parecen esclavizarnos.
Cada tanto vuelvo a ese sabio que consejo que recibí al ordenarme sacerdote, y desde él profundizar esta vocación. Me decía el P. Luis María: “Hablarte de los hombres, si has estudiado sobre él, has mamado la filosofía, la antropología, la historia. Solo permíteme recordarte que el hombre es un misterio que no podemos encasillar. También el viejo que duerme debajo del puente, el infectado del HIV, la prostituta que se vende, el detenido en el pabellón de la comisaría y el preso de la cárcel, son cada uno tu hermano y tu hermana, ¡abrázalos como hermanos!, son personas que solo el Evangelio les da una estatura, les ofrece oportunidades que el mundo no les reconoce.”
Hablando desde el silencio, solo podemos escuchar a ese Dios que es Padre, cuando dejamos de lado tantos ruidos que intentan hacerlo callar, para desviar nuestros caminos a privilegios y méritos meramente humanos, que no pueden explicar el silencio que en la eucaristía se hace comunión, en la cruz ofrece el perdón y en el otro encuentra un hermano a quien servir.
En estos años de sacerdote pude escuchar y aprender desde el silencio de muchos, la presencia de un Dios que no deja de manifestarse y ofrecer nuevas oportunidades para que cada persona lo descubra, lo siga y plenifique su vida.
El silencio del enfermo en un hospital, me enseña a ver los límites físicos de las personas, pero también muestra la fortaleza interior para no entregarse nunca, al sobrellevar los dolores y debilidades con dignidad, sabiendo que la vida es un don para ser ofrecido.
Del silencio de tantas personas que quedan marginadas de la sociedad, descubro su valentía para vivir la pobreza, sin tantas comodidades materiales, apostando a la riqueza que brota de la creatividad, para realizarse en la vida a partir de su ingenio y sus capacidades.
En el silencio de los que pierden todo en una catástrofe natural, aprendo que la esperanza nunca se puede perder, porque la fe sostiene al que se vuelve a levantar para comenzar de nuevo, poniendo en Dios toda su vida y su confianza.
Junto al silencio de los que pierden un ser querido, descubro que la muerte es solo apariencia de oscuridad, porque la vida que brota de la resurrección seca las lágrimas, sostiene la esperanza y ofrece nuevos caminos para levantarse y profundizar la vocación a la que Dios nos llama.
Finalmente quiero hacer una acción de gracias por esos “silencios sacerdotales” que, cual fiel espejo delante de la imagen, muestran la actualidad de los silencios de Jesús, haciendo de su presencia un don a descubrir y compartir.
El silencio del Niño de Belén en el pesebre, junto a los pastores que lo visitan, es imagen de ese trabajo silencioso de tantos sacerdotes que, junto a los últimos y postergados, comparten su vida para que, en medio de la noche en la que viven tantos marginados de la sociedad, puedan encender esa luz que es vida en la medida que es respetada y defendida.
El silencio y la huída de Jesús junto a sus padres a Egipto ante las amenazas de los poderosos, exalta el valor de tantos sacerdotes que son perseguidos, expulsados y, en algunos casos, maltratados por enseñar que la autoridad es servicio y ayuda a los más necesitados.
El silencio de Jesús en el desierto, soportando las tentaciones del demonio, es imagen de ese silencio con el que muchos sacerdotes luchan por mantenerse fieles frente a las crisis, difamaciones o calumnias con las cuales se ven enfrentados, sabiendo que desde la oración y la penitencia la vocación se sostiene y madura para seguir el llamado divino.
El silencio de Jesús frente a las autoridades que lo condenaban injustamente, engrandece la fidelidad de aquellos sacerdotes que, desde distintos lugares y de diferentes maneras, son silenciados por mostrar esa Verdad que solo es manifestada cuando se la sirve en la persona de los últimos, los más pobres y los abandonados de la sociedad.
En el silencio de un Dios cuya Palabra habita entre nosotros, intento escuchar y renovar ese llamado que compromete y entusiasma, sabiendo que es un misterio para ir gustando desde la contemplación y el abandono en la voluntad de Aquel que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen de la Verdad.”


Sr. Sacerdote es la hora 01 de la madrugada del día 8 de abril/11, y paso a redactar un comentario mas: en dos oportunidades visité la hermosa zona de Providencia, pasé días en el pueblo, entré en varias oportunidades a la iglesia y sentí mucho vacío allí, el cristo detrás de la puerta principal recostado como una simple escoba usada y sucio, otras figuras de santos se encontraban alli en otro recinto y en la total oscuridad, sentí como una cachetada no por que me doliera sino por el «que te importa» y en santa Fe
ocurre lo mismo una ciudad a la cual quieren borrarle su historia, así hicieron con el principal cementerio de Providencia un sacrilegio.Se que no se terminarán las obras para el 125 aniversario de la Iglesia… pero al menos Padre pinte el frente que se destaque, también me atrevo a decir que el arquitecto sirve de muy poco, tendrá que salir el pueblo a aplaudir a la calle o seguirá el pueblo dormido.? Gracias Sr. Marcelo Blanche por prestarme algo de su tiempo
NOTA.: existen muchas fotos de casamientos realizados en la mencionada Iglesia en donde se puede apreciar el antiguo altar que dejaron arruinar bajo las lluvias.Si me gustaría una recontruccion del mismo… ( volver a dar la identidad a un pueblo. ) tenga Ud. buenas jornadas le saluda Néstor Alberto Marzocchi Prieto