EL ARCA DE NOE EN LA COSTA

tEÓFILO mADREJÓNSan Javier (Corresponsal Especial) La Costa nunca fue precisamente en país de los buenos caminos. Abandonada en material vial y en otras materias no menos importantes dejada de la mano de Dios y de los hombres con mando, se desplazó siempre penosamente por sendas difíciles.

Esta falta de caminos ha sido la madre de casi todas sus dificultades y es la explicación de su increíble atraso económico siendo una región de privilegiadas  riquezas naturales.

Pero si antes el país de la Costa pasaba por penurias viales, las de ahora se agravan por causas circunstanciales. Hemos ganado en caminos. La Cuarta Zona de Vialidad los va mejorando paulatinamente. Sus principales carreteras se mantienen en estado  más o menos transitables. Otras se van construyendo o reconstruyendo  en forma que satisface antiguos y reiterados reclamos.

Sin embargo, ahora estamos peor que antes. Es un serio problema transitar por los pagos de San Javier y Garay. No hay nafta. No hay cubiertas. La nafta se ha convertido en un líquido precioso tras el cual se corre afanosamente. Los bonos de racionamiento se disputan como si fueran billetes de banco y lo valen por cierto. Para nadie es un secreto que se vendan cotizados a  muy altos precios. Por tal manera, la nafta cuesta un sobreprecio que se parece al costo de un ojo de la cara. El caucho anda por las nubes. Es un artículo de lujo riguroso, como que anda por la estratósfera su precio resulta astronómico. Quien consigue un juego de cubiertas para  su coche puede considerarse un mortal afortunado.

Así la circulación de automotores se ha enrarecido. La gente vuelve al viejo sistema de carricoche, de la tracción a sangre. Las cortas distancias se vencen lo mismo, aunque lentamente. No ocurre igual cosa con los viajes largos. Estos se tornan una odisea. Es realmente difícil viajar por la Costa. Los servicios de ómnibus disminuyen, se suprimen horarios, los coches llegan con grandes retrasos cuando no se quedan en mitad de camino. Faltan repuestos. Faltan cubiertas. Falta combustible.

La empresa Helvecia se ha visto precisada a suspender, hasta tanto consiga caucho, uno de los dos servicios diarios para transporte de pasajeros entre la capital  y la cabecera del departamento Garay. Ha suspendido también el doble viaje semanal que hacía a San Javier.

La empresa de este nombre –  el ex Pájaro Azul, la línea de Aparicio Acuña – ha restringido sus viajes. Anda solamente día por medio,  yendo y viniendo entre Santa Fe y Romang. Esta línea diaria que tanto servía a los distritos del norte sanjavierino cumple ahora trabajosamente su medio servicio.

Los coches circulan repletos, hasta el tope. Cuesta un triunfo conseguir un asiento. Muchos pasajeros deben realizar penosos, prolongados  viajes, de pie, encorvados, sufriendo doblemente las penurias del calor y del polvo y del trajín machucador de carnes, rompedor de huesos. Otros muchos quedan en los pueblos varados, “porque no da más”, porque ya han sido ocupados todos los sitios posibles de llenar, incluso en las rodillas de los viajeros. Si caballeros, hay faldas para no perder un viaje cuando el dueño de la falda se resigna a soportar el recargo, siempre que el recargo no sea demasiado obeso. Y, a veces, aunque está prohibido el abuso, algunos audaces trepan al sobre piso del ómnibus. Y no valen protestas y conminaciones del guarda. Viajan arriba “los de segunda” repitiendo la aventura aquella que nos cuenta Alcides Greca en “Viento Norte”, con la diferencia de que en nuestros tiempos el conductor no tiene el gran recurso de “perder a los turcos entre las ramas de los algarrobos”.. los de segunda clase, improvisada y fresca si no los revienta el sol en la espalda, van muy orondos y contentos, gozando más y mejor las delicias de la contemplación panorámica.

Penurias de viajar en ómnibus, cuando se puede, cuando se consigue un asiento que a menudo cuesta tanto como conseguir una estampilla de la precisa nafta, que se ha vuelto azul como la sangre de los nobles.

 

Todos los servicios se resienten……Menos uno.

Hay un medio de transporte de pasajeros en la Costa, una mensajería de años, modesta y viejona, que sigue cumpliendo sus horarios y llegando a destino, pese a quien pese y llueva o truene o caigan rayos. Es el servicio de mensajería de Don Ruiz. Don Ruiz se llama el hombre, como Ruiz Díaz de Vivar, el Cid Campeador y no interesa el nombre de pila.

¿Quién no conoce a este Don Ruiz?

A su colectivo, un cochecito barrero y tirador sin cansancio, se le conoce con el lindo apodo de “El Arca de Noé”. Va y viene entre San Javier y Helvecia. Cuando los demás fallan,  cuando ya los pueblos se han quedado su correspondencia porque ha llovido torrencialmente y nadie puede dar un paso automotriz por los caminos inundados, aparece Don Ruiz trayendo diarios y cartas. Y también los pasajeros que halló en la senda. Don Ruiz no falla nunca. “El Arca de Noé” no sabe naufragar. No se hunde ni bajo el diluvio universal.

Y es claro, pues, que en esta curiosa “Arca de Noé” cabe de todo. Don Ruiz reedita a los viejos mensajeros de otros tiempos. Es el Gabino Sosa de hoy, compendio de mensajeros. Un viaje en el coche de Don Ruiz es experiencia sabrosa y pintoresca. Para conocer bien la Costa hay que andar con él, hay que acomodarse en su Arca y recorrer leguas. Don Ruiz lleva mensajes, lleva mercaderías, lleva remedios, lleva gente. Don Ruiz conoce a todo el mundo, va saludando alegremente por su nombre a los vecinos, preguntándoles por la salud y por el estado de la cosecha, poniendo chistes, sembrando dichos graciosos. DON RUIZ ES EL UNICO COLECTIVERO QUE FIA.  Baja un pasajero:

  • A la vuelta arreglamos Don Ruiz.
  • Que le vaya bien amigo. Saludos a la patrona

Don Ruiz tiene cuentas con chicos y grandes, con negros y blancos, con mujeres y varones.

  • Es muy servicial este Don Ruiz

Don Ruiz se ríe cuando le informan que las grandes empresas están suprimiendo viajes, degollando horarios. El sigue lo mismo, sin impaciencias, sin apuros,  pero seguro, infalible. Don Ruiz no se queda nunca en el camino. Don Ruiz llega siempre. Es el ángel mensajero. Cuando todos han renunciado a cumplir, cuando ya el pasajero cree perdido el tiempo y se desespera en la obligada detención, cuando no hay manera de continuar el viaje, aparece Don Ruiz, alegre, dicharachero, afirmado en el volante.

  • Hay lugar para todo el mundo señores

En el “Arca de Noé” cabe todo bicho que camina. No se sabe cómo, pero el Arca se va ensanchando. Entre paquetes de diversa y abigarrada, entre cajones de frutas y bolsas de carne y rollos de correspondencias, se va apilando los pasajeros. Todos caben.

  • Un lugarcito señores para esta pobre mujer que lleva el hijo enfermo

Los pasajeros se apiñan. Entra la mujer y entra el niño con los ojos vendados. El “Arca de Noé” se va llenando pero nunca acaba de colmarse. Siempre queda un rinconcito, un resquicio, para salvar una situación de angustia.

Don Ruiz, flor de mensajero. Algún día escribiremos su historia.     

 

          

Diario “El Litoral”,  03 de abril de 1944

 

¡CAMINO DE LA COSTA: SALUD!

SAN JAVIER (Corresponsal especial) No sabemos porque asociación de ideas y sentimientos nos vienen a los puntos de la pluma estos versos de nuestro inspirado José Pedroni:  “He aquí que tu dulce palabra ha sido oída cuando estaba en la angustia por no ser repetida. En tu estupor materno te tocas sin querer y yo venido a menos, no lo puedo creer”. y es que nuestra tierra, nuestro terruño de la Costa, en estos momentos configura la imagen de la madre grávida y sus hijos morenos y rubios, hombres de Garay y San Javier, nos sentimos un poco padres en estas vísperas de alumbramiento.

Nos sentimos un poco padre por el hijo por venir, que ya viene, que ya asoma por el sur, como las cuatro estrellas de la esperanza marinera. Nos sentimos un poco padres todos y cada uno de los hombres de la Costa, porque todos hemos cinchado por igual en el reclamo y en el anhelo general, en el ansia colectiva de que no se malograra la ruta pavimentada, de que no se fuera una vez más de entre las manos, como arena perdida, la vía afirmada que tanto necesitan nuestros pueblos.

Apenas producida la aprobación del Directorio Provincial de Vialidad, telefónicamente corrió la fausta nueva por toda la región ribereña. Veníamos viajando, precisamente por el caracoleado camino de nuestras esperanzas y desvelos. La noticia nos alcanzó en el medio del viaje. Fue en Helvecia la escena entre amigos que nos saludaban jubilosos.

  ¡Se aprobó el camino de la Costa!

Hay que andar por estos pagos dejados de la mano de Dios, es necesario haber vivido este aislamiento de nuestras pobres y tan ricas poblaciones, es preciso haber “esperado tanto” para comprender la emoción de la gente de la Costa y este entusiasmo con que escribimos.

Hay que estar en nuestros pellejos para explicarse el exceso periodístico que significa decir en desmedida alegría bíblica, que al recibo de la primicia noticiosa alzamos los brazos al cielo y, como verdaderos súbditos de Moisés en el desierto, pronunciamos la para ritual:

¡Loado sea Dios en las alturas!

Y es que durante ese día desde la mañana habíamos andado recibiendo impresiones que, por un especial estado anímico, gravaban metáforas en nuestra imaginación.

Cuando fuimos en delegación con los Amigos de la Costa y, al recibirse al Director de Obras Públicas, vimos por una puerta entreabierta la reunión en que se trataba el asunto, se nos ocurrió que allí, sobre aquella mesa redonda, rodeada de técnicos, estaba el cuerpo de nuestra tierra, nuestro mismo terruño, esperando que le señalaran nuestro destino.

Sí, allí estaba el cuerpo de nuestra tierra enferma de aislamiento, inmóvil, paciente de veras, a la espera que se le suministrara el gran remedio de sus males.

Cuando salimos, alguno de los compañeros expresó su pesimismo. Nosotros reprochamos de viva voz ese desaliento. Por intuición, por una profunda e irrazonable Fe – nunca se puede dar a razón de la Fe – por convencimiento tal vez emanado de un gran deseo, por “puro pálpito” más que por inicios propios, refirmamos nuestra seguridad.

  • El camino de la Costa será
  • Para las calengas griegas
  • No señor, la licitación será aprobada

Y aquí estamos ahora escribiendo apresuradamente estas líneas para que al lector tranquilo y despreocupado han de parecerles adolecidas de ingenuidad y de alegría un poco infantiles. Porque al hacerlo, además de esa emoción casi paternal que hablábamos al comienzo, también sentimos el júbilo de un niño al que se le entrega el juguete largamente ambicionado.

¡Y es tan lindo sentirse cándidamente niños, en plenitud de alegría vital sin reservas y sin recelos, desmedidamente!. Sentirse espiritualmente niños aunque sonrían las personas graves y serias.

El camino de la Costa vendrá por fin. Nos corre por todo el cuerpo u cosquilleo jubiloso. La lengua se nos desata en palabras buenas. En la cabeza nos voltejean imágenes poéticas. Seguimos viendo con ojos de imaginación a nuestra tierra grávida, madre dolorosa en el trance de la felicidad alumbradora y repetimos emocionados el verso dulcísimo de José Pedroni:

                     “Levantose el polvo, vi en la nube un punto

                     Vi en el punto un niño. Vi en el niño un hombre

                     La nube de polvo se elevó hasta el cielo

                     y alargando los brazos pronuncié tu nombre”

El nombre que pronunciamos con filial cariño no es otro que este nombre de la Costa, tierra maternal donde acunamos nuestros ensueños y nuestros hijos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                  SAN JAVIER  (SF), 17 de julio de 2017

 

Estimado Medina:

Días pasados te escuché  que te referías  a la ruta provincial Nª 1 “Teófilo Madrejón”, seudónimo de Antonio Leonhardt.

Como tuve el honor de ocupar su lugar 24 años después de su muerte, ocurrida el 5 de diciembre de 1949,  me permitió reunir algunos datos que nos ayudan a determinar que se tardaron 43 años para que la ruta 1, columna vertebral de la Costa Santafesina, estuviera pavimentada en toda su extensión desde que Teófilo Madrejón anunció la realización de la obra.

Por gentileza de la docente Nélida Ramírez de Truco, cuñada de julio Migno,  tuve en mis manos la nota de “El Litoral” del 3 de abril de 1944, “¡CAMINO DE LA COSTA: SALUD!, redactada por Teófilo Madrejón anunciando que se había aprobado la pavimentación del camino de la Costa.

.                     Te mando un abrazo que hago extensivo al resto del equipo del programa Primera Mañana.

 

Carlos Medera

 

 

 

 

 

 

 

 

INDICE

01 – Nota de “El Litoral” del 3 de abril de 1944 “¡CAMINO DE LA COSTA: SALUD!”

02 – Cronología de los pasos que se fueron dando para que se cumpla el sueño de Teófilo Madrejón

03 – 29 de agosto de 1987 ¡MISION CUMPLIDA!. Se inaugura el tramo pavimentado Romang – Alejandra.

04 – Nota de “El litoral” de Teófilo Madrejón “EL ARCA DE NOE DE LA COSTA”

05 –Similitudes entre Teófilo Madrejón y Carlos María Medera

06 – Reconocimientos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CRONOLOGIA DE LOS PASOS QUE SE FUERON DANDO HASTA COMPLETAR LA PAVIMENTACION TOTAL DE LA RUTA PROVINCIAL Nº 1 “TEOFILO MADREJON”

 

1948/1950 – No puede conseguir la fecha exacta, pero entre esos años podría haber llegado el pavimento desde La Guardia hasta el norte de Santa Rosa de Calchines.

Noviembre de 1963 – Se inaugura el pavimento del tramo Santa Rosa de Calchines – San Javier

Octubre de 1979 – Se inaugura el pavimento del tramo San Javier – Colonia Teresa

Junio de 1980 – Se inaugura el pavimento del tramo Reconquista – Romang

Octubre de 1983 – Se inaugura el pavimento del tramo Colonia Teresa – Alejandra

29 de agosto de 1987 – ¡MISION CUMPLIDA! Se inaugura el pavimento del tramo Romang – Alejandra

 

 

 

 

 

 

29 DE AGOSTO DE  1987: FINALIZA LA PAVIMENTACION TOTAL DE LA RUTA 1

 

Tuve la responsabilidad de informar, a través de “El Litoral” y L.T. 10,  que el sueño de Teófilo Madrejón, iniciado el 3 de abril de 1944, ya era una realidad.

Por supuesto que en tan importante acontecimiento no podíamos olvidarnos de quien, a través de las páginas de “El Litoral”, había sido uno de los impulsores de esta trascendente obra vial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL ARCA DE NOE EN LA COSTA

 

Otra noticia de Teófilo Madrejón que conseguí (lamentablemente sin fecha), es la que tituló “El Arca de Noé en la Costa”. Posiblemente haya sido escrita allá por 1943/1944. Recordemos que Madrejón falleció el 5 de diciembre de 1949.

El autor no solo se refería a las dificultades de las rutas de la Costa sino también a los problemas del transporte de pasajeros; la falta de nafta y de neumáticos; etc. En otras palabras, pintaba la zona de la Costa de la década de 1940.

Pero el objetivo central de la nota apuntaba destacarla labor de Don Ruiz (Ramón)

Lo que dice Teófilo Madrejón es verdad porque conocí a Don Ruiz y viajé en varias oportunidades en su Arca de Noé.

Lo que no mencionó Madrejón es el tema de los pasajeros que Don Ruiz transportaba en el techo del Arca. Posiblemente haya omitido ese detalle para no comprometerlo ante las autoridades de trasporte. En 1963, yo estaba trabajando en la desaparecida Estación Experimental Agropecuaria Colonia Mascías del INTA y teníamos proyectado rendirle el merecido homenaje a Don Ruiz cuando se inaugurara la pavimentación del tramo Santa Rosa de Calchines – San Javier de la ruta 1, lo que sucedió en noviembre de ese año. Lamentablemente, ese reconocimiento quedó trunco porque Don Ramón se enfermó y nos dejó para siempre el 13 de septiembre de 1963.

SIMILITUDES ENTRE ANTONIO LEONHARDT (TEOFILO MADREJON) Y CARLOS MARIA MEDERA

 

  • Nacimos en Helvecia
  • Fuimos 11 hermanos
  • Escribimos para el diario “El Litoral”
  • Vivimos en San Javier
  • Tuvimos un admirador de nuestra tarea, Guido García Romero que nos dedicó poesías. Yo recibí la mía en 1987

Guido García Romero, ya fallecido, era un helveciano que trabajó en el correo y luego de jubilado se radicó en Santo Tomé

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS RECONOCIMIENTOS

 

Por la tesonera lucha de Teófilo Madrejón por la pavimentación de la ruta 1, el gobierno de la provincia le impuso merecidamente su nombre al camino de la costa.

En cambio, por  mis 35 años de tarea periodística yo no pretendería ni siquiera que se nomine un camino vecinal ya que estoy mas que conforme con que Enrique Miguel Cruz (“Quique”) me haya proclamado “Defensor de la Costa”.